ENTREVISTA PUBLICADA EN BITÁCORADECINE.CL
FECHA: 02/05/2021
POR: Nicolás J. Vogt
Desde el próximo martes 4 hasta el sábado 29 de mayo, se realizará la tercera edición de RED, el Encuentro de Festivales de Cine de Chile que tiene como objetivo principal generar un espacio de encuentro y formación en torno al fortalecimiento de la gestión, desarrollo y asociatividad de los festivales y muestras audiovisuales de nuestro país. El evento —organizado por tercer año consecutivo por La Fuente y financiado por el Fondo de Fomento Audiovisual, Convocatoria 2020, del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio— contará con actividades gratuitas de fortalecimiento e intercambio de conocimientos para promover la identidad de los Festivales, la formación de público y la asociatividad a través de charlas, clases magistrales, mesas de trabajo, paneles de conversación y ferias audiovisuales. Dentro de la parrilla de invitados, destaca la participación de Tim Redford, ex-director del Festival Internacional de Cortometrajes CurtoCircuito y actual coordinador de la Competencia Internacional y del programa African Perspectives del Festival Internacional de Cortometrajes de Clermont-Ferrand.
Bueno, Tim, de manera introductoria para quienes no te conocen, ¿qué te llevó a elegir el camino de los cortometrajes?
Soy inglés, pero crecí aquí en Francia, en Clermont-Ferrand. Cuando era estudiante, el único evento cultural de importancia que había en la ciudad era el Festival Internacional de Cortometrajes, que ya tenía unos veinte años de existencia. Como todos en el equipo, entré como voluntario en la parte de prensa. Tenía 18 años y así empecé. Más adelante, estuve cerca de quince años fuera, pero volvía cada año para trabajar en el Festival, en el ambiente de gestión cultural. Al no tener formación cinematográfica, ese rol de mediador cultural era lo que más me interesaba. Luego de haber trabajado en Clermont-Ferrand, se me abrieron muchas puertas en otros eventos porque todo el mundo conocía el Festival.
Y en tus años siendo mediador cultural de este formato, como tú lo llamas, ¿has notado ciertos prejuicios de la audiencia ante narrativas cortas, en comparación a la recepción de largometrajes?
De entrada, condensar una historia corta en un concepto o un sentimiento no es algo fácil. Lo bueno es que no suele requerir tanto presupuesto o equipo. Resulta asombroso ver lo que sucede al estar en contacto con nuevas generaciones de cineastas que quieren hacer cine y llegan con sus visiones año tras año; sus referentes, historias, y temáticas. Además, muchos productores forjan su experiencia en espacios como este. Esa riqueza crea una revolución artística que se renueva año tras año. En largometrajes es distinto; tienes otros criterios y restricciones. En un corto, la historia prima. Esa base nos ha permitido ver cosas súper atrevidas, incluso totalmente fuera de la de la norma. Para mí, esa es la riqueza del corto; la brutalidad energética.
A pesar de tu prontuario artístico, te defines como un delegado general del Festival de Clermont-Ferrand. ¿Cómo describirías tus labores en el evento?
Nosotros somos muy atípicos porque somos un colectivo; no hay director artístico, estamos en contra de esa figura. Somos todos delegados; todos iguales. Explícitamente, soy el encargado de la Competencia Internacional. Eso implica gestionar un equipo de, aproximadamente, unas cuarenta personas que visionan cortometrajes a lo largo del año y, así, hacer que la máquina funcione para llegar a tiempo al Festival. Después, me encargo de la parte internacional, difundiendo la imagen del evento. Recientemente, me he encargado de Shortfilmdepot, una plataforma de inscripción que creamos hace unos veinte años y, si bien no me gusta decir “especialidad”, también me he encargado del programa African Perspectives de Clermont-Ferrand. Por lo mismo, el título vendría a ser el de Coordinador Internacional, pero prefiero delegado general.
Tengo entendido que llegan cerca de 8000 cortometrajes cada año…
¡9000 incluso! El año pasado fueron menos y logramos pasar los 8000, pero llevamos un par de años recibiendo cerca de 9000 cortos en cada edición. Es el festival que recibe más cortos en el mundo, únicamente cortos… Es una barbaridad, ¡pero nos gusta! Por lo mismo, empezamos a visionar una vez que abrimos el plazo —la primera semana de mayo— hasta finales de noviembre.
¿Cuántas personas conforman el equipo de visionado?
Somos cuarenta en el apartado internacional y diez en la Competencia Nacional. En total, somos unas cincuenta personas que ven cada corto dos veces. Bueno, dos pares de ojos digamos. Son muchas horas de visionado.
Hace poco mencionaste que Clermont-Ferrand es el festival que recibe más cortos en el mundo. De hecho, muchas personas lo definen como “el festival de cortos más grande del mundo”. ¿Por qué crees que se ganó dicho título?
Primero, es el festival que recibe más público, únicamente de cortos. Además, es el segundo evento cinematográfico más importante en Francia después del Festival de Cannes. Por ejemplo, durante 2020 logramos entregar más de 170.000 entradas. La audiencia ha crecido en base a un trabajo de territorio muy local, trabajando con todas las capas sociales y con todas las asociaciones que permite el entorno. Creo que tiene esa imagen porque hay pocos festivales de cortos en donde la gente hace fila, y aquí hay colas con semanas de anticipación. ¡Es una pasada! Siempre flipo cada año, pero es porque el festival ha crecido junto a la ciudad; Clermont-Ferrand tiene un sentimiento de pertenecer al evento, junto al público mismo. Al ser una ciudad pequeña, en la fecha del evento todos los hoteles están completos, los restaurantes igual… ¡hay un ambiente festivalero! Una selección en Clermont ayuda mucho a un director a dar un salto mediático. Eso igual le da importancia, con toda humildad.
Pensando en la perspectiva internacional que tienes año a año, ¿cómo crees que es la recepción del público general con respecto a la difusión y conversación de cortometrajes en Francia, en comparación a lo que observas en territorios latinoamericanos?
El Festival de Clermont-Ferrand es muy atípico. He trabajado en algunos festivales, he viajado a otros, y siempre es muy distinto. En Francia hay ayudas, subvenciones, y una estructura sistémica potente en general. Por ejemplo, Canal+, el canal privado más importante de Francia, siempre compra cortometrajes para su exhibición. Esto genera seguidores, espectadores y cierta cultura en torno al corto. No se le ve como un objeto no identificado, algo para la élite o una paja mental. De hecho, en algunos establecimientos franceses, los docentes exhiben cortos para sus alumnos porque es un formato pedagógico fácil. La gente joven ya está acostumbrada a ese objeto pequeñito y se desacraliza por completo el mito que rodea al formato. Yo creo que todo esto viene del Estado: si el Estado quiere apoyar a su industria audiovisual, tiene que empezar por los colegios. A lo mejor uno de esos alumnos será director o, por lo bajo, un buen espectador… pero algo será. Hm, no me acuerdo muy bien de tu pregunta.
Te había preguntado con respecto a la recepción del público francés de cortometrajes, en comparación a Latinoamérica.
¡Cierto! Sé que hay intentos en muchos países, sobre todo en Latinoamérica. En Colombia, por ejemplo, Bogoshorts tiene un público bastante importante pero, por otro lado, se está desestructurando a la institución de cine Proimágenes tras veinte años de una labor espectacular. Es complejo.
¿Y cómo ves el panorama en Chile?
En Chile no he estado. Tengo un compañero que estuvo hace un par de años en el Festival Internacional de Cine de Lebu y me comentó que había harto público. A la larga, depende del sitio y de la legitimidad que tienes como equipo organizador. Muchas veces me dijeron “oye, por qué no te vienes a París, hacéis el festival desde allá y vais la semana del festival al pueblo…” y es como no, nosotros somos de aquí, del territorio; trabajamos con la gente todo el año. Los festivales que hacen eso de paracaídas una semana al año en lugares en donde ni conocen al tío de la taquilla, pues la gente no les va a seguir. En el mejor caso te hace una buena estrategia de comunicación, pero poco tiempo más y no tendrás público.
Para ir finalizando —porque como vienes de un festival de cortos se precisa una entrevista corta—, ¿qué podemos esperar de tus charlas en esta nueva edición de RED?
Voy a intentar compartir experiencias, ideas, comentarios, sugestiones con toda la gente que quiera participar. ¡Ojalá quieran preguntarme de todo! No tengo secretos, pero tampoco tengo la solución. La idea es explicar un poco cómo hacemos las cosas en Clermont-Ferrand. Seguramente alguna idea ayudará a alguien, o eso espero. Mi idea es abrir el libro y, como sugiere el título de una de las clases magistrales, poner las manos en la masa, ¿no? Intenté buscar la traducción ¡y a lo mejor suena fatal en español! En francés e inglés implica “ponerse a trabajar” y enseñar las herramientas que usamos y desarrollamos desde Clermont para nuestro uso. Además, los participantes de la clase magistral tendrán acceso a un abono de un año a Shortfilmwire, una de nuestras herramientas.
El 4 de mayo, a las 11:00 horas, Tim Redford impartirá la charla abierta “Programar cortos: En búsqueda de un público”, en donde comentará las estrategias internas del Festival Internacional de Cortometrajes, su relación con la ciudad de Clermont-Ferrand, y el impacto en el territorio de un evento presencial que, debido a la contingencia sanitaria, tuvo que desarrollarse de manera virtual. El 6 de mayo, a eso de las 16:00 horas, el delegado general del Festival realizará una clase magistral exclusiva para los festivales que se inscribieron en RED titulada “Manos en la masa: El rol del programador y herramientas de programación”, con el fin de comentar la línea curatorial y la visión de programación del festival en el que participa. “Al fin y al cabo, son charlas”, agrega Redford. “Vamos a compartir y ser solidarios”. Si aún no estás familiarizado con el ambiente del Encuentro de Festivales de Cine de Chile, te invitamos a ver este video-resumen de su segunda edición, realizada en Valparaíso durante 2019.